En ocasiones puede ser una «cura de adelgazamiento para sobrevivir empresa y administrador.
A lo largo de la anterior crisis es cierto que se vieron desaparecer empresas enormes, tras su entrada en concurso. Si algo se aprendió de esa experiencia fue que todas habían llagado a esa emplear esta herramienta tarde, incluso de forma obligada tras haber sido instado su concurso necesario por los acreedores, cerrando toda posibilidad a la continuación de la empresa.
Las directivas de las empresas todavía huyen de esta figura asustadas como cuando éramos pequeños nos decían «¡Que viene el Coco»…
Si hace ya nueve años que comentaba que la solución concursal podía ser un camino a la salvación (ver artículo «Los administradores concursales no somos gestores de cementerios, publicado en Ley57.com y que puedes releer pulsando aquí), hay que reafirmar que puede ser y debe ser una «cura de adelgazamiento frente a la «obesidad» de la empresa en su mercado.
Es sabido que cuando una persona no cuida su salud, gana papeletas para desaparecer de este mundo. Lo mismo sucede cuando una empresa, incluso un autónomo, no sabe anticiparse a su propia situación de insolvencia, tras un periodo de crisis o ante una dificultad imprevista pero no imprevisible.
En España, ciertamente, suspendemos en la asignatura concursal. Pero lo hacemos por falta de cultura empresarial, que hace que el «concurso» se vea como «el coco» que nadie quiere, cuando en verdad puede suponer una solución perfecta para «perimetrar» el área de negocio viable y permitir desprenderse de aquello que no lo es, con su propia carga, o adaptarse al mercado una vez reajustada la estructura de la empresa y de su deuda.
En otro artículo también ahondábamos en los beneficios incluso de la figura del «concurso necesario» para poderse librar de un deudor particularmente molesto (ver artículo pulsando aquí).
Son muchos ejemplos de empresas que han logrado «salir del concurso» reforzadas, como el reciente caso de Kelme (famosa marca de zapatillas deportivas españolas» en cuyo concurso se alcanzó un acuerdo, que fue respaldado por más del 75% de los acreedores con derecho a voto y que permitirá a la firma continuar con su actividad y preservar los aproximadamente 45 empleos que dependen de ella.
Recientemente también se ha conocido que otra marca española , Majórica, cuya reestructuración concursal le permitió cerrar el 2022 con 15 millones en ventas, triplicando la cifra del año en el que entró en concurso.
La reforma concursal del pasado septiembre, con sus luces y sombras, probablemente permita una mayor flexibilidad y mejores opciones para la supervivencia de la empresa que decide someterse a esta especie de Cínica de Adelgazamiento que reajusta la empresa para afrontar los retos del futuro.
En las manos del administrador, o de la administradora, está dejarse aconsejar por expertos en la materia, y en las manos de sus asesores está recomendarle explorar esta vía aunque solo sea para salvaguardar la responsabilidad del administrador, que de no reaccionar a tiempo puede encontrarse con una declaración de «culpabilidad» del concurso por no haberlo instado tras conocer su estado de insolvencia.
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