Dí a tu banco que no.

7.11.2015

¿Cuesta tanto decirle «no» a tu banco?

Existe en nuestra sociedad (todavía) una especie de sentimiento semejante al síndrome de Estocolmo respecto a la relación con “nuestro” banco, que no tiene semejanza con la relación con otros de nuestros proveedores.

Sí, el término está bien elegido. El banco es un “proveedor” de servicios financieros y que, de paso, se intenta convertir en proveedor de seguros, de vajillas, de televisiones… No hay diferencia entre el banco y tu tienda de comestibles habitual.

A ninguna persona se le ocurriría mantener una relación con un proveedor después de descubrir que te ha engañado o que te ha “colado” productos o servicios no solicitados o mal explicados. Nadie va a comprar un lavaplatos sabiendo que está roto, o un mueble al que le faltan piezas.

Con los bancos, sorprendentemente, no sucede así. Pese a descubrir en tu recibo de la hipoteca que ésta no baja como te prometieron, probablemente no reclames o si lo haces será verbalmente. Probablemente no acudas a un abogado a explicarle la respuesta recibida.

No seguirías comprando en una tienda donde pides un kilo de naranjas y cuando llegas a casa el “kilo” pesa 800 gramos, pero no cerrarás la cuenta del banco que te colocó un “swap” que te ocasionó graves perjuicios, o que te recomendó comprar acciones que poco después se descalabraban.

Como en el síndrome de Estocolmo, quizás sufras un trastorno psicólogico temporal que aparece en la persona que ha sido maltratada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta del maltratador e identificarse progresivamente con sus ideas,.

Eso sucederá hasta que tu vecino un día te diga: “Yo ya no tengo cláusula suelo y pago 300,00 euros menos que tu en la hipoteca”. Entonces llegará el día de decirle “no” al banco.

Sí. “No” es la palabra que más cuesta. ¿Cómo le vas a decir que “no” a tu banco de toda la vida? Ese que te financió un coche a cambio de un módico interés(y varias comisiones)  o te dio la hipoteca a cambio de contratar con él los seguros de vida (no obligatorios), los seguros de desempleo, los seguros de hogar, del coche y hasta del perro. A cambio de la firma de tus padres como avalistas, a cambio de poner en riesgo el techo de tus seres queridos…

¿Cómo le vas a decir “no” al banco?

Pues esa es la palabra que deberás pronunciar cuando reclames y, después de quizás seis años  cobrándote de más, te digan que te quitan el suelo pero que te olvides de reclamarles lo pagado en el pasado.

Reclama. Di “No”.

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